Con motivo del Centenario de Miguel Delibes, Bodegas Familiares Matarromera ha organizado otro Encuentro entre Vino y Literatura, en el que los hijos del autor han sido los grandes protagonistas. La jornada, que ha tenido lugar en la Bodega Renacimiento en Olivares de Duero y Bodega Emina, reveló algunas de las anécdotas más íntimas de Miguel Delibes gracias a los cariñosos recuerdos de dos de sus hijos Elisa y Adolfo Delibes; y en torno a uno de sus libros más autobiográficos, ‘Mi vida al aire libre: Memorias deportivas de un hombre sedentario’.

Precisamente su afición por el deporte fue el hilo conductor de la tertulia en la que se descubrió a un Delibes muy futbolero y seguidor, en primer lugar, del Real Valladolid y, en segundo, del Athletic de Bilbao. “A mi padre no le gustaban los equipos grandes porque decía que ya lo tenían todo”, comentó Adolfo a lo que Elisa apostilló: “Sus nietos siempre decían que el abuelo era más blanco que ellos pero que no le gustaba reconocerlo”.

Según sus hijos, el fútbol le “salvó” a Delibes en sus últimos años de vida cuando ya no tenía salud para ir de caza. Porque, rememoraron, ésta última ha sido una de las grandes pasiones del periodista y escritor vallisoletano. “Nuestro padre practicó, sobre todo, la caza menor. En sus propias palabras, un jabalí muerto era un cadáver y una perdiz un bodegón”, aseguró Adolfo.

La bicicleta, el tenis o caminar fueron otras de sus pasiones, a través de las cuales reflexiona sobre su vida, su familia o su entorno. Para el director de Relaciones Institucionales del Norte de Castilla y presentador del acto, Carlos Aganzo, “este libro es quizá uno de los más autobiográficos puesto que encontramos al Delibes real convertido en personaje por él mismo”.

A lo largo de los nueve capítulos del libro, Migue Delibes, hace referencia de forma constante a su amor por la naturaleza, una pasión que el presidente de Bodegas Familiares Matarromera comparte con el autor. Carlos Moro destacó del autor, sobre todo, su “limpieza de mente y honestidad”.

La jornada, a la que asistieron otros poetas, artistas y periodistas, finalizó con una cena en el Restaurante La Espadaña donde se maridó la literatura con los vinos Emina Verdejo y Emina Crianza, de Bodega Emina.